Unción de Enfermos

Dice la Carta de Santiago (5,14-15): «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que recen por él y lo unjan con el óleo en el nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará al enfermo y el Señor lo restablecerá; y si hubiera cometido algún pecado, le será perdonado».

El sacramento de la Unción de los enfermos, que nos permite tocar con la mano la compasión de Dios por el hombre, antiguamente se llamaba «Extrema unción», porque se entendía como un consuelo espiritual en la inminencia de la muerte. Hablar, en cambio, de «Unción de los enfermos» nos ayuda a ampliar la mirada a la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, en el horizonte de la misericordia de Dios.

Se administra cuando el enfermo lo solicita por enfermedad grave o cuando en peligro de muerte lo hacen los familiares. Simplemente hay que avisar a alguno de los sacerdotes en cualquier momento. Si el enfermo está en el hospital hay que avisar al capellán si lo hubiese.

Una vez al año se administra la Unción de los Enfermos de forma comunitaria en la celebración de la Eucaristía.

Con la administración de la Unción de los Enfermos se ayuda a quien padece una enfermedad a aceptar el sufrimiento unido a Jesucristo, implicando no solo una curación física sino también espiritual, ya que otorga el perdón de los pecados.

¿QUIÉN DEBE RECIBIR LA UNCIÓN?

El Sacramento de la Unción de los Enfermos es administrado por  los presbíteros y los obispos, también puede ser concedido varias veces, siempre y cuando se considere que la vida corre peligro, como en el caso de una enfermedad grave, en la agonía, e incluso durante la vejez.

Por otro lado es bueno saber que los sacerdotes de la parroquia visitan semanalmente a los enfermos que lo han pedido, porque no pueden venir al templo, para llevarles la Comunión y rezar con ellos. Si lo necesitas no dudes en pedirlo.